sábado, 26 de marzo de 2011

Una rápida reflexión sobre el uso de la tecnología en la República de Panamá

Personalmente, considero que la República de Panamá no está empleando debidamente la tecnología, ni cuantitativa ni cualitativamente.

Efectivamente, es una imagen común cuando acudimos a prácticamente cualquier organismo público escuchar frases del tipo "El sistema está caído", "Venga en la tarde, que no encontramos su expediente" o "¿Ha traído copia de su pasaporte, de su cédula, de su carnet, de su...?"

No puedo decir que Europa, y en particular mi país, España, estén en lo más alto de la tecnología, todos los sistemas tienen sus carencias y sus áreas de mejora, pero sin duda, al comparar esta situación con la que se puede vivir en Europa, uno no sabe si llorar o reír.

Lo peor de todo es que esta situación no está limitada a los organismos públicos. Por desgracia, la misma situación se presenta en multitud de empresas privadas y comercios, para desesperación de sus clientes. 

Si tuviera que resumir las principales carencias que observo, enunciaría las siguientes: 
  1. Excesivo empleo del papel, frente al modelo digitalizado. 
  2. Mínima o nula integración de los sistemas existentes a los procesos reales de negocio, lo que impiden que realmente las herramientas informáticas ayuden a los usuarios, empleados, funcionarios, ciudadanos y clientes. 
  3. Inexistencia de intercambio de información a nivel de organismos públicos, de modo que ciertos ministerios u organismos carecen de información de gran importancia que sí poseen otros ministerios u organismos. 
  4. Poca confianza en los sistemas informáticos por parte de los usuarios 
En mi caso particular, como propietario de una empresa de servicios informáticos, esto abre una gran oportunidad de negocio.

Creo que el reto que tenemos por delante, todos, es confiar en que la tecnología es definitivamente la vía del progreso pero, más importante todavía, debemos ser los usuarios finales, los ciudadanos y clientes, los que exijamos (sí, he dicho bien: EXIJAMOS) a nuestros gobiernos, a los comercios en los que gastamos nuestro dinero y a nuestros
proveedores de servicios, que nos proporcionen un trato de calidad, basado en la eficiencia y en la satisfacción al cliente, lo que se logra, indiscutiblemente, con el buen empleo de la tecnología (por supuesto, entre otros elementos).

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